En otra ocasión, T y yo llevábamos unas zapas blancas increíbles, había cocodrilos por todas partes y me daba la mano para ayudarme a saltar sobre sus fauces y corríamos riéndonos.
Otra vez, aparecía en una fiesta y T me esperaba sentado, dominaba mi voluntad y me convencía de cosas que no haría sin estar bajo su influjo.
T parece un absurdo personaje sacado de una película de serie B y su risa es atronadora. Casi siempre aparece de la nada de noche como por arte de magia, cuando no lo hace, voy yo a por él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario